La Digitalización en la Educación.
Todos estamos de acuerdo, que la pandemia nos cambió la vida en todo sentido, comenzando por la rutina familiar, nuestras costumbres más personales, inclusive nuestros afectos y amistades, terminando con la revolución que ha significado el cambio en el aspecto laboral que hemos pasado los profesionales en general y los profesores en particular.
Me explico, el cambio obligado al trabajo remoto, ha afectado a todos aquellos que estaban acostumbrados a desplazarse diariamente a su centro de trabajo, compartir con los colegas, jefes y trabajar en su computadora o laptop, esto más o menos en términos generales. El día a día de los profesores era totalmente diferente. El trabajo en las máquinas, estaba suscrito a la preparación de clases, elaboración de pruebas, realizar un informe, y en general a todo lo que es el trámite documentario que implica la dinámica de una institución educativa.
Todo esto cambió de un día a otro. Y fue un cambio brusco, inesperado que no nos dejó otra alternativa que replantear la forma y manera de dirigir a un grupo de niños y jóvenes, totalmente diversos, y es así que pasamos de la vía directa a la vía digital, a realizar la clase a través de una pantalla. Por lógica esto trajo consigo muchos contratiempos, incomodidades, errores y por fin aciertos y resultados positivos para todos los involucrados, a saber: estudiantes, profesores y padres de familia.
Y es que no ha sido fácil, ni rápido ni cómodo. No se trata de “hacer lo mismo de siempre, pero desde mi casa”, ha sido una revolución total, a la que nos hemos tenido que acostumbrar en primer lugar, nuestros estudiantes, los padres de familia y por último los profesores. Me explico mejor, para los niños y estudiantes, pasada la euforia inicial de “no tengo clases, no voy al colegio”, han tenido que acostumbrarse a interactuar con sus profesores a través de una cámara. Los padres de familia ahora vigilan y están atentos que sus hijos se conecten y no pierdan su clase, y nosotros los profesores, hemos pasado de interactuar con un grupo bullicioso y alegre de jóvenes, que literalmente nos alegraban la vida, a interactuar con ellos por medio de una pantalla. Las clases presenciales, son imprevistas, se intercambian ideas y opiniones, conocimientos, fórmulas, preceptos y conceptos de forma amena, novedosa, didáctica y siempre con la empatía que tenemos los profesores de acuerdo al clima emocional que encontramos en el aula. Las clases digitales son únicas. Enseñamos, aprendemos, dirigimos, evaluamos y calificamos de igual forma, pero la interacción es diferente. Es menos personal, más fría si se quiere, y sobre todo que dependemos al ciento por ciento de factores externos ajenos totalmente a nuestra voluntad: el fluido eléctrico, la señal de internet, la idoneidad del micrófono o la cámara etc.
Pero salimos airosos del reto y estamos avanzando. El Programa Curricular está cumpliéndose con total normalidad, los estudiantes se conectan a clases cumpliendo su horario de 7 horas diarias, las tareas son realizadas y todo sigue como en los años anteriores. Inclusive las actividades extracurriculares, como las Olimpiadas y los Juegos Florales se han desarrollado en esta nueva modalidad a la que estamos obligados a seguir.
No nos queda más que felicitarnos todos. A los jóvenes que se han adaptado y siguen nuestras clases, a los padres de familia que nos apoyan y entienden que esto es una secuencia de “errores y aciertos” y a nosotros los profesores que hemos pasado de trabajar con personas a trabajar con seres humanos gracias a una máquina. Dios permita que estos tiempos tan difíciles y atípicos para todos, pasen pronto y nuestro colegio se vuelva a llenar de risas, juegos y aprendizajes directos, para felicidad de todos los que conformamos LA FAMILIA WALTINIANA.